Después de una jornada
como todas las otras
ya de hace lustros --libros
hasta el hartazgo--, veo
que este cuarto persiste
en una noche lúcida,
celda de un monasterio
adusto. Hay que decir
que bien poco sucede
en mi vida. Quietud
y grave biblioteca
que lentamente absorben
mi energía vital
hasta dejarme exangüe.
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