martes, 1 de junio de 2021

SCRIPTA MANENT


Los libros, que se gastan como todas las cosas, 
son a veces un dolmen que duerme en el silencio. 
Nuestra acidia se impone mucho, nuestro desgano, 
y nuestras bibliotecas juntan polvo, clementes. 

Es más claro el instante, nos decimos, más nítido 
y más concreto; es algo que tiene su contorno 
y su sabor, y nadie se olvida de vivir 
sino que damos cada paso con cuerpo y alma. 

Pero al cabo, qué queda: las horas son arena 
que se escurre en un duro reloj e inapelable. 
Mientras tanto los libros guardan con mansedumbre 
todo el dulce misterio que es anotar la vida. 

(La vida hecha palabras, la vida que se dio 
a fijar en la piedra del texto lo fugaz.) 

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